julio 06, 2010

Fábula: El cerdo y la zorra.

Tres semanas de completo silencio.


Si Esopo narrara debería compararme a una víbora venenosa que avanza sigilosamente luchando ante su propia naturaleza. Sin poder expresar lo que siento y tragandome todo el veneno que muere por salir de mi boca.

Porque me hincha las tetas (a falta de huevos) pensar que aquel cerdo jamás mintió ante su débil y patética realidad animal.

Porque me repetí mil veces que al ser tan feo no hubiera podido además aceptar todos sus defectos y sin embargo irónicamente lo amé debido a ellos.

Pero sobre todo porque con tiempo vi venir a esa zorra que con llamadas por la madrugada y sin pudor alguno le abrió las piernas tan sólo por el placer de revolcarse en el lodo y anotarse uno más en la lista.

Había de llegar una más cabrona, de eso no cabe duda. Aquella que resolviera su vida, descartando la mínima responsabilidad de tomar cualquier decisión que alguna vez lo hiciera sentir culpable de haberse equivocado.

Mis letras han de quedarse hoy a medias, pues sólo buscan ser el escape del sentimiento que mi mente no ha podido omitir a pesar de la conciencia de un futuro [...]

Al final, el cerdo siempre estuvo hecho para el lodo, la zorra, si logra salir terminará embarrada y una vez más las gruesas escamas.... protegerán la piel de la víbora.

Definitivamente yo no soy Esopo.

4 comentarios:

Pater Noster dijo...

coños, este escrito se puede volver un clásico jajaja

STAY ACID!!!!!!!!!!

Bada dijo...

Habilidades literarias... muuuy adecuadas ehhhh

Barneypx dijo...

Eso es amor?
Pd: yo solo teno un huevo

Señorita Holmes dijo...

El cerdo y la zorra se merecen. Además una vibora jamás se ensuciará en lodo... Eso dejaselo a la zorra, que no ha de tener otra cosa mejor que hacer.