noviembre 27, 2008

Real de Catorce

El viaje comenzó un poco antes de lo planeado. El sábado partiría destino a la ciudad de México para después tomar un autobús a Querétaro, desempacar lo innecesario y subir al auto rumbo a Real de Catorce por segunda ocasión. Esta vez sin peros, sin privación alguna. Ni física, ni mental.


Precisamente ese exceso de libertad hizo que el viaje comenzara desde que mi mente dejó los pretextos a un lado y comenzamos a planear esta experiencia carente de limitantes.

7:00 a.m. No me enfada la música que suena en mi celular como alarma, por el contrario me encontraba ya esperando la hora de tomar la maleta y huir. Literalmente huir.

Dos semanas de viaje ameritan un libro bastante gordo y El despertar del Hongo parecía mirarme entre los demás libros exigiendo ser desempolvado como la mejor opción que este trip ameritaba. Horas más tarde abrió mi mente tan sólo con leer la dedicatoria:

“… aquellos que intentan prohibir la vida y la naturaleza, aprendan algún día a abrir su cerebro y su corazón y reconozcan el derecho humano a explorar libremente nuestra propia conciencia.”


Y así con esa idea comenzó todo.



Después de recorrer el desierto tres horas en busca de que-se-yo, Real de Catorce nos recibió al igual que a la multitud de turistas y jóvenes con un frío de la chingada, pero no nos impidió abarrotar las calles en busca de alcohol y leña para las fogatas.



En mi vida he probado algo con un sabor tan desagradable –Excepto en mi anterior visita fallida a Real-, ni las naranjas ni la miel ocultaron ese inigualable sabor que a pesar de ingerir con tanto amor sólo podía provocarme algo: Vómito.

Nuevamente no me fue suficiente… la dosis debió ser aún mayor para no poder resistirme a mis pensamientos, pues en cuanto corrió una pequeña lágrima y miré a mi acompañante, me di cuenta que es un viaje para el cual no estoy lista aún.

El lunes volvimos a Querétaro y la chamba me esperaba sola un par de días en México.




Creí que ahí terminaba el trip –pobre ingenua-, pero hasta volver a Querétaro por mi guía de turista y partir a Salamanca, me di cuenta que esto, apenas comenzaba: Guanajuato, contigo vamos!


Que viaje!!

noviembre 05, 2008

Refrito

De chavita vivía en un sitio donde mis únicos vecinos eran el chedraui (donde la familia está de acuerdo) en aquel entonces era lo máximo único en supermercados y la terminal de Autobuses del Oriente (ADO).... Aunándole que siempre estudié en una escuela católica a la que asistíamos puras niñas, está de sobra mencionar que mi contacto con el sexo masculino se limitaba a mis primos y los chicos que vivían cerca de casa de mi abuela, a los cuales veía prácticamente diario desde los 11 años cuando caminaba a casa saliendo de la escuela.


Jaime era simpático, pero tenía nombre de mayordomo de Tang, sin embargo era el único güerito de la banda; Tenía la costumbre de esperarme con su bicicleta fuera de la escuela, tuvo que adaptarle unos diablitos para poder darme "rait" pero como me hacía la dificil no me subía, asi que unas veces me iba siguiendo en la bici y otras caminaba conmigo hasta llegar a casa de mi abuela...


-¿Por qué tan solita?- fue su elaboradísima frase de conquista, que para mi nula experiencia a los 11 años equivalía a que el día de hoy Erick Banna me propusiera matrimonio.

Después de un año después de caminar diario conmigo el dichoso Jaime no se armó de valor, hasta que su amigo Pedro un par de años más grande, me invitó a "caminar" con él.

Eso fué suficiente para que al día siguiente Jaime me pidiera ser su novia, sólo para que yo no caminara con nadie mas. Obvio yo acepté, pero siguió siendo el mismo niño tímido de siempre.


Antes del primer mes yo ya tenía curiosidad por que me besara...


Al platicárselo a mis amigas, una de las más...."despiertas" le escribió una carta sugiriéndole diciéndole cómo debía ser el dichoso acercamiento para el beso. Detalló paso a paso lo que debía hacer y le hizo llegar la carta con otro amigo. Lo único que recuerdo es que decía que debía pararse muy cerca de mi, poner sus manos en mis hombros, cerrar los ojos, fruncir la boca y acercarse...


Ese día al salir de la escuela yo sabía que Jaime ya había recibido la carta y que era muy probable que recibiera "mi primer beso".... pero no contaba con la originalidad de mi dichoso novio.


Caminamos un poco y en algún momento dijo que quería decirme algo... nos detuvimos y dramáticamente se paró en frente de mi... así... justo en frente de mi. Sus manos temblaban y para terminar de chingar el asunto yo no cooperaba mucho:


-¿Qué es lo que me quieres decir?- le dije intentando apresurar el momento.


Y sin soltar palabra puso una de sus manos sobre mi hombro. Nervioso y mirándome a los ojos puso su otra mano en mi otro hombro y ahí..... justo cuando cerró los ojos, paso lo inevitable:




¡¡¡Me cague de risa!!!!



Era increible que siguiera los pasos TAN al pie de la letra... ¿Qué pensaba? ¿que estaba armando un mueble? Antes de moverse tenía que ubicar los hombros y la boca? ¿¿Qué pedo??


Aún tengo fresquecita fresquecita la imagen de el a medio metro frente a mi con los dedos estirados en sus manos tiesas sobre mis hombros... como quisiera tener una foto de su cara cuando cerró los ojos y frunció la boca.


Tuvo que abrir los ojos al escuchar mi gran carcajada seguida de un -me tengo que ir-


No tardamos ni una semana en decidir que quizá no debíamos seguir "caminando" juntos.


Mi primer beso tuvo que esperar un año más para llegar... pero esa es otra historia;


A los 13 Pedro empezó a caminar conmigo y no tuvimos que escribirle una cartita pedorra... tanto así que tuve que cortarlo por insistir en querer llegar a segunda base.... Lástima porque besaba bien pinche rico.