Pobemas mamá, pobemas!

Ni hace falta mencionar como me tembló el calzón cuando aquella niña se asomó por la ventana del salón y gritó a todo pulmón:

-TE VOY A PARTIR TU MADRE A LA SALIDA

Ahí... mientras el prof de mate nos contaba algún chiste a falta de clase, escuché el típico: "uuuuuuuuh" de mis compañeros del salón, ese que gustosamente compartí cuando alguno de mis amigos era mandado a llamar por el director; Ese que yo misma comencé cuando el papá de alguien llegaba a una cita con el maestro. La única diferencia, es que este no me parecía para nada divertido.

Por un segundo imaginé a mi mamá llorando amargamente a una fotografía sobre el ataúd, que casualmente no tendría mas que un par de meses de haber sido tomada como en las películas.

Justo media hora antes en el receso un grupo de monitas me detuvo al salir del baño y me "previnieron" de la putiza que me iban a dar por andar platicando con Daniel, el novio de una fulanita pleitista en una escuela de mala calaña, de esas en las que caen las lacras expulsadas de todas las demás escuelas. (no me pregunten como, pero si, yo llegué a una de esas escuelas)

-Pues venga que no estoy manca!

Ah cabrón!! ¿Yo dije eso? No tengo ni puta idea de que película lo saqué, pero según yo me escuchaba ruda y sin miedo, (aunque por dentro rogara que al menos ese día mi mamá me fuera a buscar temprano)

Osea ¿cómo? Pero se me van a romper las uñas!!!

Pasé el resto del día ideando la forma de salir bien librada de la situación sin verme como una cobarde y mas importante aún, sin salir lastimada; pues aunque si estoy bien grandota he de ser bieeeeeen pendeja para aquello de los putazos.

El fin del día llegaba y yo tenía ganas de ir al baño, pero pensar que podía haber una jauría de lobas esperando por mi para agarrarme sola me proponía de interesante manera, aguantarme las ganas. Era un duelo mano a mano entre mi vejiga y mi mente.... ganó mi vejiga.

Salí de la clase con la cabeza en alto y caminando segura para disimular el miedo frente a mi salón eso sí, "armada" con una pluma escondida en mi bolsillo (sólo poooor si acaso) y en cuanto me encontré fuera, caminé rápido por los pasillos vacíos tratando de escurrirme como un ninja hasta llegar al baño, un poco por el miedo y otro poco porque neta me estaba orinando.

Por fin llegué. Revisé que estuviera vacío. y escogí aquel con el seguro "menos dañado". Reduje a tan sólo 28 segundos mi tiempo de vulnerabilidad (semi-sentada de aguilita con los chones abajo, porque estas nalguitas no tocan los baños públicos)

Lavándome las manos, frente al espejo, escuchaba en mi mente la tonadita inspiradora de rocky seguida por la realista marcha fúnebre, preguntándome si le tiraría un golpe, si nos jalaríamos del cabello, si nos agarraríamos a cachetadas como el final de Dos mujeres un camino o si alguien generosamente me la quitaría de encima antes de que llegara a hacerme algún daño en mi lindo rostro.

Sonó el timbre. Regresé al salón y algunos me preguntaron si tenía miedo. Obviamente les dije que no. Y es que saber que eramos una contra una quizá no me habría asustado, pero ella tenía una de las "bolitas" más grandes de la escuela, sin mencionar que yo era nueva y para variar, no me junto con muchas niñas.

El portón de salida jamás se vió tan lejos como ese día...